Una molécula similar a la insulina es identificada como promotor de la secreción de vesículas extracelulares en células cancerosas mamarias, las cuales provocan metástasis
Los costos anuales para el tratamiento del cáncer de mama en la segunda institución de seguridad social del país representan cerca de 4% de su presupuesto total, principalmente por el uso de quimioterapias, radioterapias y cirugías, lo que dimensiona la necesidad de investigar en mayor medida los procesos que llevan a esta enfermedad a convertirse en la principal causa de muerte oncológica en mujeres mexicanas.
La simple presencia de un tumor maligno en la zona de las mamas por lo general no lleva a la muerte de la paciente, sino la irrigación de células cancerígenas a otros órganos; es decir, lo que se conoce como metástasis (propagación de las células cancerosas del tumor primario a otros órganos).
Ese mecanismo ha sido estudiado por el grupo científico encabezado por José Eduardo Pérez Salazar, del Departamento de Biología Celular del Cinvestav, con la intención de conocer los procesos involucrados en la dispersión de las células malignas y buscar alternativas médicas para su contención.
Una de sus más recientes investigaciones en el tema hace referencia al papel que juega un factor de crecimiento similar a la insulina, abreviado como IGF-1, en la producción de vesículas extracelulares por las células cancerosas mamarias, que corresponderían a las células que forman el tumor mamario, las cuales son captadas por otras células mamarias para que adquieran la capacidad de migrar, invadir y finalmente producir metástasis.
“El IGF-1 se encuentra en los seres vivos y es sintetizado en la mayoría de los tejidos del cuerpo humano, principalmente en el hígado, y su accionar está relacionado al desarrollo y función de la glándula mamaria. Sin embargo, se ha encontrado mayor cantidad en muestras de sangre de mujeres con cáncer de mama, por lo que decidimos estudiar su relación con el padecimiento”, explicó Pérez Salazar.
A través de un estudio in vitro, los investigadores estimularon células cancerosas mamarias en cultivo con el IGF-1 y observaron que se producían vesículas extracelulares con capacidad de inducir un proceso denominado Transición Epitelio-Mesénquima (TEM) en células mamarias no cancerosas, las cuales adquieren la capacidad de migrar e invadir, proceso clave en el desarrollo de la metástasis.
Estos resultados sugieren la posibilidad de que el IGF-1 en las mujeres con tumores mamarios podría estar estimulando a las células cancerosas mamarias a invadir vasos sanguíneos y linfáticos, lo cual se ve de manera más común cuando se combina con una dieta rica en ácidos grasos.
En el caso de las células sanas, el IGF-1 no induce la secreción de vesículas extracelulares con esta capacidad estimulatoria, por lo tanto, no inducen migración de las células que forman la glándula mamaria a otros tejidos. Pero cuando se presentan en procesos cancerígenos mamarios sí realizan esa función, de modo que este factor de crecimiento podría tener un papel importante en el proceso de metástasis en el cáncer de mama.
En cuanto a las dietas ricas en ácidos grasos, a pesar de que en personas sin riesgo de contraer cáncer mama son útiles para que las células epiteliales de las glándulas mamarias empleen los ácidos grasos como fuente de energía para la síntesis de lípidos de la leche; ante la presencia de células cancerosas mamarias pueden mediar procesos de proliferación, migración e invasión.
La idea es que a partir de este nuevo conocimiento se analicen nuevos blancos moleculares; es decir, candidatos para dirigir los tratamientos oncológicos y evitar el proceso metastásico del cáncer de mama.