La dermatitis atópica (DA) es una afección inflamatoria crónica de la piel que provoca: comezón, enrojecimiento, sequedad y grietas. Es causada por disregulación inmunológica y disfunción de la barrera cutánea, lo que permite la entrada de irritantes a la piel y respuestas inmunes exageradas.
La apariencia de la piel –generalmente enrojecida y con descamación– ocasiona que las personas eviten interacciones sociales, lo que aumenta el riesgo de desarrollar depresión; la depresión grave tiene un mayor riesgo de suicidio, alertó la doctora Helena Vidaurri, especialista en dermatología pediátrica.
La calidad de vida de quienes viven con DA disminuye notablemente –refirió la doctora Vidaurri de la Cruz– en virtud de la depresión, ansiedad, y limitación de las actividades; 36% de las personas con DA son más proclives al suicidio debido a la depresión y la ansiedad causadas por la enfermedad.
Alrededor de la mitad de los pacientes con DA tiene alteraciones del sueño debido a la comezón intensa y continua, lo que afecta el bienestar general y el estado de ánimo, por lo que la dinámica del círculo familiar se ve alterada.
“Las personas que sufren DA evitan algunas actividades cotidianas; hasta 86% de los pacientes con brotes no ha asistido a balnearios ni ha usado ropa corta como shorts o bermudas”, abundó la expresidenta del Colegio Mexicano de Dermatología Pediátrica.
Por su parte, el doctor Josué León Merlos, gerente médico de LEO Pharma, comentó que los síntomas en la DA moderada a grave son: comezón, piel enrojecida o inflamada, erosiones o supuración, lo que puede ser debilitante y asociarse con dolor y alteraciones del sueño y en la interacción social.
En el tratamiento de quienes padecen DA se recomienda que participen, además del médico de primer contacto, el dermatólogo alergo-inmunólogo y especialistas en salud mental: como el psicólogo y el psiquiatra, para atender al paciente y a su familia.
En la mayoría de los casos de DA moderada y grave, la comezón es continua, grave o insoportable, dijo el doctor León y agregó que “cuando el paciente se rasca, se activan los queratinocitos que liberan sustancias inflamatorias que a su vez activan células presentadoras de antígeno y provocan la diferenciación de los linfocitos hacia el perfil Th2. Dichos linfocitos producen aún más citocinas, lo que aumenta la inflamación de la piel y la activación del picor crónico, de manera cíclica”.
La doctora Vidaurri apuntó que la DA es una enfermedad crónica con actividad intermitente. Los tratamientos clásicos se dirigen a tratar los síntomas en lugar de modificar la evolución natural de la enfermedad. Afortunadamente, los tratamientos más recientes para la DA moderada y grave, se dirigen hacia la inflamación crónica y subclínica, lo que permite que los pacientes tengan menos síntomas, mejoren su calidad de vida y, potencialmente, modifiquen la historia natural de su padecimiento.
La doctora Helena aseguró que existen diversos factores de riesgo para empeorar la DA, algunos de ellos son el aire seco en el invierno, el aire acondicionado, las temperaturas extremas y los cambios de clima, el contacto con materiales irritantes y químicos, como los perfumes o colorantes, o con materiales ásperos como las fibras sintéticas.
Algunos pacientes alérgicos a agentes como el polen, el moho, los ácaros del polvo o de los animales, empeoran al contacto con dichos alergenos. El estrés emocional también empeora la DA.
Para realizar un diagnóstico oportuno y poder iniciar el tratamiento, la doctora Helena Vidaurri recomienda los siguientes pasos:
- Interrogatorio y exploración del paciente con sospecha de DA, buscando:
- piel seca
- comezón crónica o recurrente
- morfología y distribución características de las lesiones cutáneas
- signos clínicos y síntomas asociados
- Considerar diagnósticos diferenciales antes de diagnosticar DA
El diagnóstico se basa en el aspecto de las lesiones cutáneas y los antecedentes médicos personales y familiares. El tratamiento consiste en restaurar la barrera cutánea, con cremas emolientes y dermolimpiadores gentiles, sin friccionar la piel; aplicar antiinflamatorios tópicos en la piel, siempre bajo prescripción médica, así como detectar y tratar las complicaciones oportunamente.
Para quienes tienen DA moderada o grave, además, se requieren otros tratamientos como fototerapia o fármacos moduladores del sistema inmunológico, así como el manejo por profesionales de la salud mental en caso de presentar ansiedad, depresión u otros trastornos emocionales.