La distancia de Zongolica, Veracruz, a San Luis Misuri, en Estados Unidos es de dos mil 309 kilómetros. Esa es la ruta que ha tomado la carrera científica de Ian Alain García Aguirre, cuya escala fue, por más de seis años, el Departamento de Genética y Biología Molecular del Cinvestav, tras una ardua preparación dentro del laboratorio de Bulmaro Cisneros Vega.
El ganador del Premio Arturo Rosenblueth 2022, correspondiente al año 2021 a la mejor tesis doctoral del Área de Ciencias Biológicas y de la Salud, comenta que en su estancia posdoctoral en la Universidad de San Luis, en Estados Unidos, continuará con la línea de investigación trabajada durante los últimos años, y que le hizo merecedor al reconocimiento otorgado por el Cinvestav; es decir, la búsqueda del retraso de las afectaciones relacionadas al envejecimiento.
El estudio realizado por Ian García Aguirre consistió en proponer alternativas para revertir el proceso de migración de proteínas, en gran cantidad, del núcleo de la célula al citoplasma durante el envejecimiento. Junto con su asesor de tesis, Bulmaro Cisneros Vega, ha estudiado los efectos de un par de fármacos: la Leptomicina B para normalizar la migración proteica, y la Cloroquina, con la intención de eliminar células senescentes (que detienen su ciclo de vida y se acumulan en tejidos).
Los investigadores emplearon un modelo celular de la progeria, síndrome que afecta a niños y los hace susceptibles a cambios similares a los ocurridos durante el envejecimiento, sobre todo a nivel molecular, pero aseguran que los resultados de su modelo pueden servir también para realizar conclusiones en el organismo de las personas con edad avanzada.
“La causa de la progeria es la expresión de una proteína llamada progerina, la cual altera diferentes procesos moleculares y celulares, entre ellos la localización de distintas proteínas, que de manera exacerbada salen del núcleo al citoplasma, siendo esta una de las principales alteraciones moleculares del síndrome de progeria.
Al usar un inhibidor del proceso de salida de proteínas del núcleo, en este caso Leptomicina B, observamos que se relocalizaban las proteínas en el núcleo y de esa manera se reducían las alteraciones celulares”, explica García Aguirre.
Para Cisneros Vega, si bien el envejecimiento es parte de la vida, muchas enfermedades crónico-degenerativas aparecen con la edad como resultado de lo acontecido a nivel celular, lo cual conlleva alteraciones fisiológicas.
“Al emplear Leptomicina B (un antibiótico antimicótico) pudimos ver la reducción de las alteraciones en los procesos celulares, y lo interesante de este fármaco es que se dirige solo a aquellas células senescentes, no a las normales. Además, conforme se normalice la célula podemos reducir las cantidades administradas para evitar el exceso de proteínas en el núcleo y carencia en el citoplasma”, menciona.
En el caso del uso de la Cloroquina (empleado para la malaria) se buscó aprovecharla como inhibidor de la autofagia, un proceso que protege las células, al destruir proteínas y componentes celulares dañados para reciclar sus componentes, pero durante el envejecimiento y el síndrome de progeria derivaba en anomalías celulares. En este tema, se han abierto otras líneas de investigación en el laboratorio a fin de llegar a nuevas conclusiones.
Cisneros Vega aclara que por ahora los estudios realizados se han hecho en un modelo celular y el siguiente paso es analizar esta terapia en modelos animales (ratón) y observar los efectos en cada tejido y en la fisiología general del ratón, a fin de corroborar los resultados después por medio de pruebas clínicas; un tema en el que ya trabaja Ian Alain García Aguirre.
Cabe mencionar que esta investigación es novedosa debido a ser la primera ocasión en relacionar la migración de proteínas del núcleo al citoplasma con las alteraciones propias del envejecimiento, demostrando además que la modulación de este proceso podría atenuar las alteraciones fisiológicas de la edad avanzada.
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