Antes de tirar una cáscara de aguacate, piénsalo dos veces, pues además de contribuir a la contaminación que generan los residuos orgánicos, estás perdiendo múltiples beneficios para tu salud, pues estudios indican que cuenta con un alto potencial farmacéutico.
Para cambiar el enfoque de los desechos, el grupo de investigación encabezado por Emir Martínez Gutiérrez, adscrita al Cinvestav Irapuato, estudia este tipo de residuos que figuran como una fuente potencial de compuestos con interés industrial.
Los desechos provenientes del aguacate, cuya producción llegó a dos millones 602 mil 446 toneladas en 2022 y genera grandes cantidades de residuos orgánicos como semillas y cáscaras, podrían ser aprovechados para obtener productos con valor agregado (colorantes, biopolímeros, antioxidantes naturales y aceites), y al mismo tiempo contribuir a la disminución de desperdicios.
El trabajo más reciente de Martínez Gutiérrez tuvo como objetivo evaluar el efecto del método de extracción en la obtención de epicatequina y ácido clorogénico a partir de la cáscara de aguacate, debido a que estos compuestos bioactivos con propiedades antioxidantes podrían servir como agentes medicinales en enfermedades relacionadas con el estrés oxidativo.
Adicionalmente, la epicatequina cuenta con un posible efecto terapéutico contra enfermedades como la diabetes y el cáncer, mientras que el ácido clorogénico se ha relacionado con funciones como actividad antioxidante, cardioprotectora, neuroprotectora y antiobesidad, entre otras.
“Evaluamos seis métodos de extracción que incluían técnicas convencionales (maceración simple y con beta-ciclodextrina, fermentación en estado sólido, molienda húmeda y esta última combinada con la primera) y tecnologías más avanzadas como la sonicación; esta última es considerada una tecnología verde de procesamiento de alimentos, cuyo enfoque es la simplicidad, la eficiencia energética y la economía”, puntualizó la investigadora.
Los resultados indicaron que, con el método de molienda húmeda más maceración, fue posible recuperar una mayor cantidad tanto de ácido clorogénico (244.3 miligramos por cada 100 gramos de materia seca) como de epicatequina (181.7 miligramos por cada 100 gramos de materia seca); comparando esta técnica con la sonicación, se obtuvieron hasta ocho veces más de estos compuestos bioactivos.
Otros resultados advirtieron que la adición de beta-ciclodextrina no mejoró la extracción y cuando se empleó el método de fermentación en estado sólido fue imposible detectar ácido clorogénico ni epicatequina en las condiciones evaluadas; por lo tanto, sería deseable explorar otras condiciones para obtener mejores resultados.
Además, la efectividad de la extracción depende de una gran cantidad de factores, incluyendo la temperatura, el solvente, el tiempo, el uso de cuál y cuántos métodos. Por lo tanto, es necesario continuar explorando diferentes condiciones y combinaciones de tecnologías para maximizar la recuperación de compuestos bioactivos.
Aún hay poca información sobre las estrategias utilizadas para la liberación de compuestos bioactivos a partir de materias primas procedentes de plantas y algunos métodos de extracción utilizan disolventes como metanol, etanol, cloroformo y acetona, que pueden tener efectos negativos sobre el medio ambiente y aumentar los riesgos en la salud de las personas.
En este sentido, los métodos evaluados por la investigadora del Cinvestav utilizaron principalmente como solvente el agua, y específicamente el de molienda húmeda más maceración es una alternativa que permite obtener buenos rendimientos de recuperación de compuestos fenólicos utilizando una tecnología accesible y un solvente más amigable con el medio ambiente.
Entre los retos están el procesamiento de los compuestos una vez obtenidos y la adecuación de la técnica de extracción para que todas las personas lo puedan realizar.