Importancia de la lactancia materna durante los primeros mil días de vida

Desde lo fascinante y complejo que resulta el desarrollo de un bebé durante todo el embarazo, hasta el emocionante momento cuando nace, instante en el que pareciera que, a partir de ahí, su cuerpo está listo y solo aumentará de tamaño a través del tiempo.

En cada recién nacido hay muchas circunstancias que impactarán, en gran medida durante su desarrollo y por ende en su edad adulta. Los primeros 1000 días de vida de un individuo son cruciales, ya que abarcan desde la concepción hasta los primeros 2 años de vida, tiempo en el que, aunado al desarrollo físico, se consolidará el desarrollo de la mayor parte de los órganos y tejidos, así como el potencial físico e intelectual.

Hoy en día se cuenta con suficiente evidencia para sustentar que una adecuada nutrición en el recién nacido contribuye a disminuir la morbimortalidad y a mejorar su desarrollo somático y psicomotor en este periodo crítico. Algunos ejemplos son que, se necesitan proteínas para el adecuado funcionamiento del sistema inmune; también se requieren vitaminas y minerales, como la vitamina A, la cual funciona como antioxidante y tiene propiedades antiinfecciosas; y el selenio, que es un mineral que interviene en varios procesos, como el metabolismo del colesterol y la función de la tiroides.

Lo más recomendable es que a partir de su nacimiento, el bebé debe sea alimentado de manera exclusiva y a libre demanda con leche materna durante los primeros 6 meses y de los 6 meses hasta los dos años continuar con la lactancia más una alimentación complementaria, recordando que la leche materna es el alimento ideal ya que proporciona la cantidad necesaria de nutrimentos en las proporciones exactas para garantizar un óptimo crecimiento y desarrollo.

Para que el bebé reciba, a través de la leche materna, la cantidad suficiente de nutrientes que necesita, el cuerpo de la mujer hace algo sorprendente: los busca en los alimentos que mamá consume, así como en las reservas que su cuerpo tiene.

“Un nutriente relevante en esta etapa es la luteína, uno de los principales carotenoides en la reina humana y la cual juega un papel importante en el desarrollo temprano y la maduración de las funciones visuales y de la retina en los bebés. Este nutriente no es producido por el cuerpo humano, por lo que sus concentraciones en leche materna dependen principalmente del estado nutricional de la madre.” Explicó la Dra. Itzhae López, Gerente Médico Senior de la División Consumer Health de Bayer México y Maestra en Ciencias de Farmacología Clínica.

Lamentablemente, la nutrición en México enfrenta múltiples retos: se calcula que 59.1% de los hogares mexicanos no tiene recursos suficientes para obtener una alimentación suficiente en cantidad y calidad y que 34.9% de las mexicanas sufren anemia.

“A esto debemos sumar que, debido al embarazo y a la pérdida de sangre durante el parto, las reservas nutricionales de la mujer lactante pueden estar más o menos agotadas. Así, las mujeres que no obtienen suficientes nutrientes a través de su alimentación pueden estar en riesgo de deficiencia de algunos minerales y vitaminas que cumplen funciones importantes. Por ello, es fundamental que las mujeres acudan periódicamente al médico y, en caso de enfrentar alguna deficiencia nutricional, conversen sobre las opciones para mejorar su salud, ya sea a través de la dieta o de suplementos nutricionales específicos”, comentó la especialista.

Con una nutrición adecuada, la mujer no solo beneficiará a su hijo, sino también a su propia salud. Se ha demostrado que las mujeres que amamantan tienen menor riesgo de sufrir diabetes, ataques cardíacos, hipertensión, así como cáncer de mama y de ovarios.

La lactancia proporciona calor y cercanía entre mamá y bebé, lo que hace más fuerte el vínculo entre ambos.

 

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