minientrada El rol del cannabidiol en la salud mental

La depresión es un trastorno que padecen más de 300 millones de personas en todo el mundo y es considerada una de las principales causas de discapacidad para personas en edad productiva

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada año se pierden 12 mil millones de días de trabajo debido a la depresión y la ansiedad, y esto equivale a un costo de $1 billón de dólares por pérdida de productividad; sin embargo, la ansiedad y depresión, y en México estos padecimientos representan cerca del 77.5% de las condiciones por las que se solicitó atención en salud mental durante 2024, de acuerdo con el Informe sore la salud mental y el consumo de sustancias en México 2024.

Pero para entender estos padecimientos, debemos iniciar por definirlos, siendo la ansiedad como una respuesta emocional y conductual frente a una amenaza presente o anticipada, sea o real o imaginaria, esta respuesta corresponde a una serie de pensamientos implícitos y explícitos, y al mismo tiempo la activación del sistema nervioso autónomo, seguida por una cascada de eventos neuroendocrinos y neurofisiológicos, siendo el estrés una de estas respuestas neuroendocrinas, mientras que la depresión es una enfermedad que se caracteriza por tristeza persistentes y la pérdida de interés en las actividades cotidianas, así como la pérdida de energía, cambios en el apetito y la necesidad de dormir más o menos de lo normal, los pacientes con depresión pueden presentar cuadros de ansiedad, disminución y desesperanza.

“Podemos observar que estos padecimientos pueden presentarse de manera aislada o en conjunto, con lo que el tratamiento de estos padecimientos debe ser multidisciplinario, buscando que el uso de productos químicos u herbales como el Cannabidiol sea sólo una pequeña parte de todo el abordaje, y en conjunto con terapías conductuales y psicológicas completen todo el acompañamiento que deben dar los profesionales de la salud”, afirma Raúl Elizalde CEO de HempMeds.

En la parte de tratamiento mediante sustancias químicas o herbales, el uso de CBD ha sido ampliamente estudiado desde la década de los 70, inicialmente demostrando como este compuesto derivado de cannabis y que no tiene efectos psicotrópicos podía ayudar a disminuir el efecto angiogénico de otras sustancias.

Para 1982 se documentó por primera vez el efecto ansiolítico del CBD en pacientes humanos, en este estudio doble ciego se comparó la reducción de la ansiedad producida por la sustancia psicotrópica Tetrahidrocannabinol (THC) al administrar CBD, placebo y diazepam, demostrando el efecto ansiolítico del CBD mediante tomografías, así como el efecto ansiolítico del Cannabidiol en la regulación de diversos procesos neuroendocrinos en la respuesta del estrés, además de sus potenciales usos en psiquiatría principalmente debido a sus beneficios en trastornos del espectro autista y en el tratamiento de adicciones.

Pese a toda la evidencia científica entorno a los beneficios que ofrece el CBD como un coadyuvante en el tratamiento de la salud mental, el acceso a productos derivados de cannabis lleva casi una década  detenido debido al debate regulatorio que existe en México y el mundo, y aunque nuestro país fue uno de los primeros en reconocer legalmente su amplio potencial terapéutico, y promover un cambio en la Ley General de Salud durante 2017, así como una regulación emitida entorno al uso farmacológico en 2021, la falta de regulaciones secundarias han hecho que exista una limitante para que México tenga un mercado legal de CBD, aunque de acuerdo con las cifras del Observatorio Mexicano de Salud Mental y Consumo de Drogas, más del 54% de las personas que buscan este tipo de sustancias lo hacen buscando reducir el estrés o tratar estados emocionales.

Cada día que pasa es una excelente oportunidad para promover el acceso a soluciones seguras, eficaces y científica probadas para mejorar la salud mental de las personas, pero también, es una oportunidad para generar conciencia sobre la importancia de una regulación eficiente que permita desmitificar a los derivados de cannabis no psicoactivos como el CBD, y promover el establecimiento de reglas claras para que esta industria pueda crecer y alcanzar a un porcentaje mayor de la población que puede encontrar en estas sustancias una mejoría su calidad de vida.

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