Presentan, en conferencia virtual, el Índice de Interferencia de la Industria Tabacalera en América Latina, en donde se realizó una evaluación de la situación de nueve países de la región: Argentina, Brasil, Colombia, Costa Rica, Chile, Ecuador, México, Perú y Uruguay.
En un trabajo de investigación realizado por Corporate Accountability, el Programa STOP y con la colaboración de organizaciones de la sociedad civil de los nueve países involucrados se determinó que existe interferencia de la industria tabacalera en el diseño e implementación de las políticas de salud pública en Latinoamérica.
La Dra. Adriana Blanco Marquizo, jefa de la Secretaría del Convenio Marco para el Control del Tabaco de la Organización Mundial de la Salud OMS (CMCT), subrayó que “el artículo 5.3 del CMCT de la OMS y sus directrices son una herramienta imprescindible para combatir la interferencia de la industria tabacalera, que solo prioriza las ganancias económicas sobre el valor de la vida; e incluso estas medidas pueden ser usadas por países que no son parte del convenio, o, de igual forma, para dar transparencia en las relaciones de los gobiernos con otras industrias.”
Sin duda cuando hablamos de un tratado internacional como lo es el CMCT, cuyos ejes medulares se centran en proteger el derecho a la vida, a la salud y los derechos de los niños, niñas y adolescentes, resulta inevitable abordar el tema de los derechos humanos.
Los participantes hablaron de la importancia de los derechos humanos para contrarrestar la interferencia de la industria tabacalera, especialmente cuando atraen a los niños, niñas y adolescentes para consumir los productos de tabaco.
Guido Guirardi, médico, Senador de la República de Chile y autor de la Ley de etiquetado de sellos negros y leyes de regulación de tabaco, señaló que “el tabaco es una de las mayores amenazas a la salud en el mundo. Tras su venta y promoción está una industria criminal que estimula su consumo pese a que -en Chile, al menos- mata 46 personas al día.
Apuntó que las tabacaleras son los mayores abusadores del planeta porque reemplazan con niños a los adictos que mueren o dejan el vicio. Por ello, la estrategia ha sido agregar aditivos y mentolados para facilitar su ingesta y adicción y, ahora, pretenden introducir el cigarrillo electrónico afirmando que es inocuo. Nuestra tarea es develar esas falsedades y crear un amplio y compartido marco regulatorio que restrinja en toda la región esta lucrativa actividad homicida”.
Al respecto, los expertos aseguran que aun cuando no existe combustión, el vapor de un cigarro electrónico, contiene sustancias químicas, entre las que se encuentran nicotina, propilenglicol, glicerina vegetal, polietilenglicol, agua y saborizantes artificiales.
El Dr. Eduardo Bianco, coordinador de Framework Convention Alliance para la región de las Américas y director Técnico del Centro de Cooperación Internacional para el Tabaco del Ministerio de Salud de Uruguay, concluyó: “La pandemia de tabaquismo observada en el Siglo XX fue industrialmente producida por las tabacaleras. En el Siglo XXI, esta crisis sanitaria mundial – con 8 millones de muertes al año- no ha sido resuelta, y la causa de ello sigue siendo la misma: la interferencia de la industria tabacalera en el desarrollo y aplicación de políticas públicas para el control del tabaco. ¿Hasta cuándo se lo permitiremos?”.