De acuerdo con un estudio realizado por investigadores de Massachusetts General Hospital, los pacientes hospitalizados con infecciones graves por el COVID-19 que tienen altos niveles del factor V (proteína de coagulación sanguínea) corren un riesgo elevado de sufrir lesiones graves por coágulos sanguíneos como la trombosis venosa profunda o la embolia pulmonar.
Este estudio también determinó que los pacientes críticamente enfermos con el COVID-19 y con bajos niveles de factor V parecen tener un mayor riesgo de muerte por una coagulopatía que se asemeja a la coagulación intravascular diseminada (CID), una anormalidad grave y a menudo mortal en la que se forman coágulos de sangre en pequeños vasos en todo el cuerpo, lo que lleva al agotamiento de los factores de coagulación y las proteínas que controlan la coagulación, informó Elizabeth M. Van Cott, doctora en medicina, investigadora del departamento de patología de Mass General.
En el estudio también participaron: Bianca B. Christensen, MD, MPH; Tasos Gogakos, MD, PhD; Jensyn K. Cone Sullivan, MD; Gabriella G. Montgomery, BS; y John P. Barranco, BS, todos de Mass General y de la Facultad de Medicina de Harvard.
Sus hallazgos, basados en estudios de pacientes con el COVID-19 en unidades de cuidados intensivos (UCI) de Mass General, señalan que las alteraciones en la actividad del factor V son tanto una causa potencial de los trastornos de la coagulación de la sangre con el COVID-19, como posibles métodos para identificar a los pacientes de riesgo con el objetivo de seleccionar el tratamiento anticoagulante adecuado.
Los resultados del estudio se publicaron en línea en el American Journal of Hematology. “Aparte del COVID-19, nunca he visto nada más que cause un factor V marcadamente elevado, y he estado haciendo esto durante 25 años,” dice Van Cott.
Los pacientes con la grave enfermedad del COVID-19 causada por el virus del SARS-CoV-2 pueden desarrollar coágulos de sangre en las líneas médicas (líneas intravenosas, catéteres, etc.), y en las arterias, los pulmones y las extremidades, incluyendo los dedos de los pies. Sin embargo, todavía se desconocen los mecanismos que subyacen a los trastornos de la coagulación en los pacientes con el COVID-19.
En marzo de 2020, en los primeros días de la pandemia del COVID-19 en Massachusetts, Van Cott y sus colegas descubrieron que una muestra de sangre de un paciente con el COVID-19 grave en un respirador contenía niveles de factor V muy por encima del rango de referencia normal. Cuatro días más tarde, este paciente desarrolló una embolia pulmonar en “silla de montar,” un coágulo de sangre potencialmente mortal que se produce en la unión de las arterias pulmonares izquierda y derecha.
Esto señaló a los investigadores la actividad del factor V, así como del factor VIII y el factor X, otros dos importantes factores de coagulación. Estudiaron los niveles de estos factores de coagulación y otros parámetros en un grupo de 102 pacientes consecutivos con el COVID-19, y compararon los resultados con los de los actuales pacientes en estado crítico sin el COVID-19, y con controles históricos.
Descubrieron que los niveles de factor V eran significativamente elevados entre los pacientes con el COVID-19 en comparación con los controles, y que la asociación entre la actividad elevada del factor V y el COVID-19 era la más fuerte entre todos los parámetros clínicos estudiados.
En total, el 33% de los pacientes con actividad de factor V muy por encima del rango de referencia tuvo trombosis venosa profunda o una embolia pulmonar, en comparación con sólo el 13% de los pacientes con niveles más bajos. Los índices de mortalidad fueron significativamente más altos para los pacientes con niveles más bajos de factor V (30% frente a 12%), con evidencia de que esto fue debido a un deterioro clínico hacia un estado similar a la CID.
Es importante que los investigadores de Mass General señalen que la elevación del factor V en el COVID-19 podría causar un diagnóstico erróneo en algunos pacientes, porque en circunstancias normales los niveles de factor V son bajos en presencia de disfunción hepática o CID. Por lo tanto, los médicos podrían asumir erróneamente que los pacientes tienen en cambio una deficiencia de vitamina K.
“Esta investigación fue impulsada por el sorprendente caso que encontramos, y fue llevada a cabo rápidamente por un equipo interdisciplinario de patología en Mass General durante el pico de la pandemia,” dijo Jonathan Stefely, MD, PhD, uno de los coautores del estudio.