De acuerdo con la más reciente edición del Atlas de la Esclerosis Múltiple, realizado por la Federación Internacional de Esclerosis Múltiple, en el mundo hay dos millones 800 mil pacientes con esta enfermedad; es decir, una de cada tres mil personas la tiene. En México, el padecimiento afecta a cerca de 20 mil habitantes, en su mayoría de entre 20 a 35 años, pertenecientes al sector de la población económicamente activa.
En el marco del Día Mundial de la Esclerosis Múltiple, el Cinvestav destaca la importancia de su estudio pues, al ser una enfermedad neurodegenerativa progresiva del sistema nervioso central, es considerada como una de las principales causas de discapacidad neurológica no traumática en adultos jóvenes, con efectos que van desde el deterioro cognitivo hasta discapacidad física significativa.
En este sentido, un grupo de investigación, encabezado por Martha Espinosa Cantellano, adscrita al Departamento de Infectómica y Patogénesis Molecular del Cinvestav, dedica una de sus líneas de investigación a estudiar la inmunología de la esclerosis múltiple con el objetivo de identificar las causas de esta enfermedad, de manera particular entre la población mexicana.
“El sistema inmune desconoce a la mielina y la ataca como a una molécula extraña, causando inflamación y daño a las células nerviosas del cerebro. Como las células T y B del sistema inmunológico están involucradas en el inicio y desarrollo de la enfermedad, nosotros trabajamos con la secuenciación de sus receptores. Si se identifica a las células responsables de iniciar el ataque inmunológico que produce las lesiones en el sistema nervioso central, es posible diseñar una terapia específica contra estas células”, señaló Miriam Patricia Pérez Saldívar, estudiante de doctorado en el Departamento.
Si bien el origen de la esclerosis múltiple aún es desconocido, diferentes estudios vinculan su posible desarrollo con factores ambientales, como poca exposición a la luz solar, deficiencia de vitamina D, tabaquismo, consumo de sal en exceso y cambios en la microbiota intestinal.
La esclerosis múltiple también se ha relacionado con diferentes patógenos, como los virus de Epstein-Barr y varicela-zóster. Por ello, en el laboratorio de Martha Espinosa también se realiza la tipificación de alelos del Antígeno
Leucocitario Humano (HLA, por sus siglas en inglés), involucrados en la regulación de procesos inmunológicos, como el reconocimiento de antígenos asociados al inicio de la inflamación.
Con la información obtenida es posible predecir, mediante métodos computacionales, cuáles son las moléculas de los virus que pueden estar relacionadas con la activación de la respuesta inmune en la esclerosis múltiple, indicó Hugo David González Conchillos, estudiante de doctorado.
Los pacientes que padecen esta enfermedad presentan síntomas como cansancio, hormigueo, trastornos en la sensibilidad, disminución de la visión, alteraciones del equilibrio, temblor involuntario, rigidez y debilidad en las extremidades, que dependen de la zona del sistema nervioso central afectada y frecuentemente aparecen de forma simultánea.
Aunque la esclerosis múltiple no tiene cura, actualmente existen tratamientos que controlan la sintomatología en los pacientes, reducen las recaídas, retrasan la evolución de la enfermedad y mantienen la calidad de vida de quienes la padecen. Los que tienen mayor efectividad son a base de anticuerpos monoclonales que inhiben la activación de las células que participan en la inflamación, los más comunes son aquellos dirigidos contra las células B; sin embargo, estos anticuerpos inhiben a toda la población celular, lo cual puede desencadenar efectos secundarios.
Por ello, los proyectos realizados en el Cinvestav están orientados a desarrollar terapias personalizadas enfocadas en el detonante de los brotes en cada paciente. “Si nosotros identificamos cuál es el antígeno que está provocando la recaída, podemos diseñar un tratamiento contra ese factor específico”, puntualizó Miriam Pérez.
Incluso, si en la secuenciación de receptores se detectaran clonas celulares que se comparten entre los pacientes y se expresan predominantemente en las fases de exacerbación, se podrían bloquear para evitar que se dé la respuesta inmunológica contra los componentes del sistema nervioso central.
La esclerosis múltiple tiene también un componente genético que predispone a la enfermedad. “Nuestros genes son el producto de múltiples intercambios. Tenemos raíces genéticas mestizas en las que no aplican los resultados descritos en otras poblaciones, como las caucásicas. Por eso es importante estudiar a la esclerosis múltiple en nuestra población mexicana”, afirma Martha Espinosa.
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