Un estudio publicado recientemente por científicos del Hospital Houston Methodist sugirió que se pueden encontrar signos reveladores de conmociones cerebrales en el intestino. Al tomar muestras de sangre, heces y saliva de 33 jugadores de fútbol de la Universidad de Rice, los investigadores pudieron examinar el potencial de diagnóstico del microbioma intestinal.
Las contusiones cerebrales se producen por la sacudida violenta del encéfalo contra la bóveda o la base del cráneo y sus irregularidades. Pueden crecer en las siguientes horas al trauma e incluso aparecer algunas que no eran evidentes de forma inicial. Suelen ser pequeñas y difusas, y secundarias a una rotura vascular.
De acuerdo con los investigadores estos hallazgos demuestran que se podría desarrollar una prueba de diagnóstico simple y objetiva para rastrear el impacto de las conmociones cerebrales y señalar cuándo es seguro volver a la acción.
Las Doctoras Sirena Soriano y Sonia Villapol, son parte de un equipo de investigación que demostró que ciertas bacterias intestinales pueden usarse para rastrear el impacto de las conmociones cerebrales y el tiempo de recuperación.
Los hallazgos de este estudio se describen en un artículo titulado “Alteraciones del microbioma intestinal después de una conmoción cerebral relacionada con el deporte, en un séquito de jugadores de fútbol americano universitario: un estudio piloto”.
La Dra. Sonia Villapol, profesora asistente de neurocirugía en el Centro de Neuro-regeneración en el Instituto de Investigación del Hospital Houston Methodist es la autora del estudio.
Si bien el movimiento del cerebro dentro del cráneo puede causar lesiones a las células nerviosas, tales lesiones celulares microscópicas no son visibles en pruebas de diagnóstico por imágenes como radiografías, tomografías computarizadas y resonancias magnéticas, las cuales son utilizadas para encontrar lesiones como fracturas de cráneo, hemorragia cerebral o hinchazón.
Por lo tanto, la prueba más utilizada para el diagnóstico de conmociones cerebrales se basa exclusivamente en síntomas autoinformados como visión borrosa, mareos, náuseas y dolores de cabeza, que pueden ser muy vagos, subjetivos y, a menudo, los atletas que quieren seguir jugando no los notifican. Esto puede hacer que sean notoriamente difíciles de diagnosticar.
El estudio, realizado en el transcurso de una temporada, encontró una disminución posterior a la conmoción cerebral de dos especies bacterianas que normalmente se encuentran en abundancia en las muestras de heces de individuos sanos. También encontró una correlación entre las proteínas relacionadas con lesiones cerebrales traumáticas en la sangre y una especie bacteriana relacionada con lesiones cerebrales que se encuentra en las heces.
Si bien se han identificado docenas de biomarcadores de lesiones cerebrales, ha habido un éxito limitado en el desarrollo de análisis de sangre comerciales lo suficientemente sensibles como para detectar pequeños aumentos en las concentraciones de biomarcadores. Sin embargo, el sistema nervioso central también está íntimamente relacionado con el sistema nervioso entérico, que ocurre en los intestinos, y los traumatismos craneales invariablemente conducen a cambios en la microbiota intestinal, explicó la Dra. Villapol.
Después de una conmoción cerebral, las lesiones causan inflamación, enviando pequeñas proteínas y moléculas circulando a través de la sangre que rompen la barrera intestinal y provocan cambios en el intestino, lo que afecta el metabolismo.
Explicó que estos cambios en la microbiota podrían ofrecer una oportunidad para adquirir una lectura de la lesión en curso en el sistema nervioso central.
“Hasta que el microbioma intestinal no haya vuelto a la normalidad, la persona no se habrá recuperado”, explicó la especialista del Hospital Houston Methodist. “Es por eso por lo que estudiar el intestino es tan útil, ya que este no miente y es por eso por lo que hay tanto interés en usarlo con fines de diagnóstico”.
Si bien sólo cuatro jugadores del estudio fueron diagnosticados con conmociones cerebrales importantes, los investigadores dicen que los resultados deberán confirmarse en una muestra más grande. También planean realizar un estudio similar pronto con atletas de fútbol femenino, que también tienen traumatismos craneales frecuentes.
“Las mujeres y los hombres no tienen las mismas inmunidades o microbiomas intestinales, y como mujer y madre de hijas, no quiero solo investigar los problemas en los hombres y pasar por alto a las mujeres”, aseguró la Dra. Villapol. “Las jugadoras de fútbol también tienen tasas muy altas de conmociones cerebrales, y los mismos problemas en lo que respecta a los métodos de diagnóstico existentes”