Dermatitis Atópica, enfermedad que afecta a niños, adolescentes y adultos

 

En honor a la celebración del Quinto Aniversario del Día Mundial de la Dermatitis Atópica, que tiene lugar cada 14 de septiembre, especialistas hacen un llamado a abordar la dermatitis atópica de manera integral, ya que es un padecimiento que, en sus formas de moderada a grave, ha confirmado un mayor riesgo de ideación suicida, en comparación a personas sin enfermedad.

La dermatitis atópica es un padecimiento muy común de origen inmunológico que, además de los malestares físicos, ocasiona angustia emocional, ansiedad, vergüenza, estigma social y depresión, por lo tanto, tiene un impacto profundo en el bienestar psicosocial y la calidad de vida de las personas.

Además, esta condición crónica inflamatoria altera la barrera de la piel, provocando agrietamientos, lesiones y resequedad que pica mucho y duele al tacto.

A este respecto, el Dr. Said Arablin Oropeza, médico alergólogo e inmunólogo pediatra de Sanofi, complementa: “Todos experimentamos comezón en algún momento del día. En esos momentos que ocurren ocasionalmente, diríamos que el rascado tiene un efecto placentero; sin embargo, hay que entender que en pacientes con DA, la comezón es persistente, se experimenta todo el día y por varios años, lo cual genera un grado de incomodidad y dolor que altera al paciente en muchas esferas de su vida. Por ello, es importante anticiparse a esta realidad e incorporar el cuidado de la salud mental como pieza clave de la estrategia de atención de la DA”.

El especialista señala que este padecimiento tiene una prevalencia que va del 3 al 10% en los adultos y de 15 a 25% en niños; del 20 a 30% de los pacientes tienen Dermatitis Atópica de moderada a grave.

Los principales signos son:

Eritema: enrojecimiento de la piel

Edema: elevación de la piel

Exudado: piel que “llora”

Liquenificación: engrosamiento de la dermis con acentuación de los pliegues de la piel

Así, especialistas en la materia celebraron que, en los últimos cinco años, ha habido una transformación en el mundo en torno a la atención del paciente con dermatitis atópica (DA) y en donde el desafío no solo se ha centrado en controlar los síntomas físicos de la enfermedad sino en abordar las complejidades psicosociales que se presentan en la vida diaria de los pacientes.

En una intervención grabada en video, Stephan Weidinger, profesor de Dermatología y vicepresidente del departamento de Dermatología y Alergia en el Hospital de la Universidad de Schleswig-Holstein en Kiel, Alemania y supervisor del Centro de Enfermedades Inflamatorias de la Piel, indicó que gracias a estudios tales como The Atopic Dermatitis Global Adolescent and Pediatric survey (el estudio AD-GAP), ahora se tiene un mejor intendimiento del impacto total de la DA, no solo en los pacientes, sino también en sus familias.

“El estudio AD-GAP nos permitió considerar las diferentes experiencias entre médicos, pacientes y cuidadores. Por ejemplo, los médicos hablaban poco con sus pacientes sobre el impacto psicológico de la DA; los niños y adolescentes tienden a enfocarse en cómo lidiar con la DA en el aquí y ahora y tienen dificultades para comprender la progresión de su enfermedad, mientras que la familia se preocupa más por las consecuencias a largo plazo. Conocer estos hallazgos permite que la comunidad de profesionales de la salud estemos más comprometidos a encontrar soluciones para superar las brechas de comunicación”, explica el profesor Weidinger.

Weidinger afirma que en los últimos cinco años hay un mayor reconocimiento de la DA como enfermedad crónica y grave que necesita un paquete integral de atención: “Cada vez, encuentro un mayor número de colegas que están convencidos que la DA se puede manejar mejor generando mayor cercanía hacia los pacientes e involucrándolos en la toma de decisiones”.

“La buena noticia es que, gracias a los avances en medicina de precisión de la DA a lo largo de los años, los profesionales de la salud tenemos una excelente oportunidad de controlar la enfermedad desde la raíz y a largo plazo a fin de lograr que nuestros pacientes alcancen su pleno potencial de vida”, concluye Weidinger.

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