La depresión o trastorno depresivo mayor no es sólo un tema psiquiátrico, es un tópico que atañe tanto a los médicos de primer contacto, los sistemas de educación en todos los niveles y a la misma sociedad en general. En lo que va de este año, dicho padecimiento se ha diagnosticado en 99 mil 552 mexicanos (74% son mujeres y 26% son hombres), 19% más que el año anterior.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), se estima que para el 2030 será la tercera causa de discapacidad; de ahí la importancia de recurrir a la farmacogenómica que analiza la capacidad del organismo para responder a los tratamientos farmacológicos de este trastorno silencioso.
La depresión se define como un trastorno mental caracterizado por una tristeza persistente y por la pérdida de interés en las actividades con las que normalmente se disfruta, así como por la incapacidad para ejecutar las actividades cotidianas, durante al menos dos semanas.
“A los síntomas antes mencionados se suman otros que también pueden presentarse desde ideas de culpa, alteraciones del sueño, ira, irritabilidad, aislamiento, hasta llegar a ideas para hacerse daño a sí mismo, pensamientos suicidas llegando incluso a intentos de quitarse la vida. El trastorno depresivo mayor puede ser único o recurrente y convertirse en crónico con más de tres episodios al año”, señaló la psiquiatra Frinne Galicia, enlace médico científico en Novagenic.
La farmacogenómica en pacientes con depresión
Uno de los problemas a los que se enfrentan los pacientes y los profesionales de la salud es a la resistencia al tratamiento farmacológico. Con base en diferentes artículos científicos, la depresión refractaria o resistente a fármacos se define como aquella en la que, tras una correcta adherencia a dos antidepresivos durante seis semanas cada uno, los pacientes persisten con criterios de trastorno depresivo mayor.
Dicha resistencia puede deberse al estilo de vida del paciente, la manera en la que se administra los medicamentos, pero especialmente a la forma en la que responde cada individuo a los mismos, -lo que se conoce como farmacogenómica-, y es que estudios internacionales indican que el 40% de los fármacos que los pacientes toman a diario no son efectivos.
En dicho sentido, la farmacogenómica incrementa la tasa de éxito de los tratamientos farmacológicos, disminuyendo los efectos adversos y costos al evitar los procesos de prueba y error que los médicos realizan para encontrar el fármaco adecuado para cada paciente.
“En la actualidad para saber si el paciente va a responder al medicamento y ejercer la medicina de precisión, se cuenta con la prueba Affinity de Novagenic que analiza el ADN de cada persona para determinar cómo es que el organismo metaboliza los medicamentos, ya sea de forma pobre, intermedia, normal, rápida o ultra rápida. La prueba identifica 28 genes de los que se tiene más información y los cuales se pueden genotipar.
“En los tres años y medio que tiene la prueba Affinity en México, se le ha encontrado mucha utilidad no sólo en el área de psiquiatría con los trastornos depresivos o Trastornos del Espectro Autista, sino que también en áreas de oncología, así como en enfermedades cardiovasculares, enfermedades metabólicas y enfermedades inmunes. Con dicha prueba se reducen los gastos onerosos de tratamientos inadecuados, así como del costo por el ausentismo laboral o escolar”, indicó la Dra. Frinne Galicia, quien cuenta con una especialidad en Psiquiatría General por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
La depresión no se subestima
Cabe señalar que la depresión es el resultado de interacciones complejas entre factores sociales, psicológicos y biológicos. Quienes han pasado por circunstancias vitales adversas (desempleo, luto, eventos traumáticos) tienen más probabilidades de sufrir depresión.
“Dicho trastorno no tiene fronteras generacionales, pues puede presentarse entre los 14 y 17 años, después de los 35 años y posterior a los 65 años de edad. En nuestro país un paciente puede tardar hasta 10 años en recibir el diagnóstico de depresión, tiempo en el cual pierde su funcionalidad. Cuando se diagnostica este trastorno hay que saber a qué edad se presentó por primera vez para determinar el tipo de atención necesaria”, indicó la Dra. Galicia.
De los 126 millones 014 mil 024 habitantes en México, 3.6 millones de adultos padecen depresión, según cifras del “2o Diagnóstico Operativo de Salud Mental y Adicciones de los Servicios de Atención Psiquiátrica (SAP)” de la Secretaría de Salud.
“La piedra angular del tratamiento son los antidepresivos, pero en adolescentes hay que acompañarlo con psicoeducación y psicoterapia, a fin de evitar que la enfermedad evolucione, se vuelva crónica y limite las actividades de las personas en todas las esferas sociales”, concluyó la Dra. Galicia, también especialista en Psiquiatría Infantil y del Adolescente.