1.La salud es el eje primordial en el desarrollo humano. México enfrenta una problemática creciente en materia de salud, particularmente debida a un persistente aumento en la incidencia y prevalencia de las enfermedades cardiovasculares (ECV) y cardiometabólicas, que hoy son las primeras causas de morbilidad y mortalidad en el país, con periodos de agudización que intensifican y agravan la situación epidemiológica.
Por ejemplo, todavía padecemos los efectos de la reciente pandemia de COVID-19 que acrecentó el problema de la salud pública y postergó la atención de las ECV, todo lo cual entorpeció el desarrollo económico y social.
Las enfermedades cardiovasculares (ECV) son las causas principales de mortalidad y discapacidad en nuestra nación. La hipertensión arterial (HAS), la diabetes mellitus (DM), la obesidad y las dislipidemias, entre otros, son reconocidos factores de riesgo cardiovascular (FRCV) tradicionales, que son responsables de más del 80% de todas las muertes prematuras por enfermedades no trasmisibles (ENT).
La carga de enfermedad se refleja en los años de vida perdidos por la discapacidad, la enfermedad y la muerte prematura (AVADs o DALYs en inglés). México es uno de los países con los AVADs por ECV más considerables, no sólo en nuestra región, sino mundialmente, con una tasa de 5,984.11 por 100,000 habitantes (OMS 2019), 65% más elevada que en Colombia, 67% más que en Chile, 74% más que en Argentina, 73% más que en Costa Rica, 15% más que en Brasil, 75% más que en Francia y 92% más que en Dinamarca.
2.- Cuando se contrasta nuestro sistema de salud con los de algunos países latinoamericanos y los de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), se evidencia un panorama ominoso, del que se desprenden dos problemas fundamentales que es necesario enfrentar. Primero, hay que asegurar el acceso equitativo a servicios médicos de calidad de una población de cerca de 130 millones de personas, afectada por un ascenso de la incidencia y prevalencia tanto de FRCV tradicionales ya mencionados como de padecimientos cardiovasculares y metabólicos, cuya consecuencia final común es la aterosclerosis. El otro gran problema es que, pese a los cambios recientes operados en nuestro sistema de salud, se está lejos de lograr el propósito de optimización de costo/efectividad en la oferta de servicios de salud, que garantice la universalidad, la equidad, la accesibilidad y la calidad de los servicios médicos asistenciales y preventivos.
Mientras que en otras regiones del mundo la incidencia y mortalidad de las ECVs va en declive, como lo muestran los datos recientes de países desarrollados (Europa, Norteamérica y algunos de Asia) e incluso de algunos países latinoamericanos como Argentina, en México se va en sentido opuesto, con evidencias de un incremento de la incidencia y mortalidad de tales enfermedades. Aquí algunos datos que revelan la situación epidemiológica del país (las cifras puntuales pueden ser discutibles según la fuente, pero las tendencias son consistentes):
Diabetes
La ENSANUT 2022 mostró que la prevalencia de diabetes diagnosticada es de 12.6%, y la no diagnosticada, de 5.8%; es decir, 18.4% de la población mayor de 20 años padece diabetes en México. Casi la tercera parte de las personas con DM desconoce que porta la enfermedad, en tanto que en personas menores de 40 años el porcentaje llega a casi dos terceras partes y en adultos mayores de 60 años al 18.%. México ocupa el quinto lugar entre los 10 países con mayor número de personas con DM en el mundo. Se estima que en 2045 el país escalará al cuarto lugar, con 21.8 millones de pacientes con DM.
Los pacientes con DM en México tienen un mal control glucémico (media de hemoglobina glicada [HbA1c] del 8.9% en pacientes ya diagnosticados), a pesar del tratamiento farmacológico. Los AVADs por DM aumentaron en más de 80% entre 2000 y 2019.
Un reporte de la Fundación Mexicana para la Salud (FUNSALUD) en 2015, estimó la carga económica de la DM en México en de 362,000 millones de pesos, (equivalentes al 2.25% del PIB). Los costos directos en alrededor de 179,000 millones de pesos (1.11% del PIB) en 2013, y los costos indirectos en alrededor de 183,000 millones de pesos (1.14% del PIB).
Hipertensión arterial
La HAS es el FRCV más frecuente e importante, siendo responsable directa de cerca del 30% de las muertes cardiovasculares (CV). La prevalencia de la HAS no se ha modificado desde 1993 si se toman los puntos de corte de presión arterial ≥140/90 mm Hg. De acuerdo con la ENSANUT 2022, al momento de la encuesta 16.5% de los hipertensos registrados contaban con un diagnóstico previo.
Sin embargo, diversos estudios gubernamentales y académicos revelan que las proporciones de conocimiento de la HAS (cuando los pacientes se saben afectados por la enfermedad), los porcentajes de pacientes que son tratados y la proporción de los que están controlados, están muy lejos de ser satisfactorios, lo que indica que, en general, hay un escaso conocimiento social de esta enfermedad y un cuestionable manejo clínico y terapéutico de la HAS por parte de las instituciones de salud y de la comunidad médica.
Sobrepeso y obesidad
El aumento de la adiposidad se observa en todos los grupos etarios de la población. Afecta al 7%-8% de los niños en los primeros cinco años. A la vez, la prevalencia del sobrepeso u obesidad en niños de 5 a 11 años aumentó 7% entre 2006 y 2020-2022, hasta alcanzar la cifra de 37.3% en 2022. En adolescentes entre 12 y 19 años, hubo un aumento de 24% en el mismo periodo, con una prevalencia de 41.1% en 2022.
Asimismo, 75.2% de las personas mayores de 20 años presentan sobrepeso y obesidad. La proporción es mayor en las mujeres (76.8%) que en hombres (73.5%). Es de resaltar que la prevalencia de obesidad aumentó 21.4% en el periodo que va de 2006 a 2022.
Dislipidemia
El aumento de la concentración sanguínea de colesterol (hipercolesterolemia) es ampliamente reconocido como un importante FRCV independiente que incrementa de manera substancial la carga global de la enfermedad cardiovascular aterosclerótica.
Un estudio reciente reportó en una muestra de la población mexicana la proporción de hipercolesterolemia >200 mg/dL de 30.6%, 47.4% de hipertrigliceridemia >150mg/dl, 55.2% de C-HDL < 40 mg/dL, 56.1% de C-LDL >100 mg/dL y 56.8% de C-No HDL >130mg/dL. La hipercolesterolemia se incrementó de 27.1% a 43.6% entre 1993 y 2015. Esta perfil dislipidémico de nuestra población anticipa un incremento substancial de casos fatales y no fatales de ECV.
Es evidente que nuestro país enfrenta un MUY ALTO RIESGO CARDIOVASCULAR, que amenaza provocar en nuestra población una cauda de eventos vasculares catastróficos a corto y mediano plazo.
Inversión en salud pública
Incomprensiblemente, la inversión de nuestros gobiernos para resolver los problemas de salud no corresponde a la magnitud del problema, pues lo asignado para ello en el presupuesto federal, expresado como porcentaje del PIB, es notoriamente insuficiente y por desgracia, decreciente. El gasto público en salud en 2022 alcanzó el 2.91% del PIB, que representa una caída de 0.14 puntos respecto a 2021, cuando el gasto fue el 3.05%. Este gasto es uno de los más bajos de todos los países de la OECD.
Ante la proximidad de asignaciones presupuestales nacionales y estatales, instamos a los legisladores a canalizar suficientes recursos para los lograr los propósitos de salud mencionados anteriormente. Histórica y comparativamente con países similares de ingreso económico y situación geográfica, México está situado en los lugares más bajos en inversión económica para la salud. La poca inversión en la atención y la prevención explica en mucho el desastre epidemiológico que enfrenta el país. La OMS recomienda a los países ejercer un gasto en salud de al menos el 6% del PIB.
Urgimos al Estado mexicano (sus ramas ejecutiva, legislativa y judicial y a los tres niveles de gobierno, federal, estatal y municipal) a implementar mejores y más efectivas estrategias para modificar el estado actual de la epidemia de ECV, no sólo brindando mejor atención médica, sino también fortaleciendo la prevención primaria, secundaria y terciaria de estas enfermedades, con especial énfasis en la prevención primordial, que significa un medio ambiente propiciador de un estilo de vida saludable (por ejemplo, agua pura disponible especialmente en escuelas y centros de trabajo; programas de vacunación oportunos y universales a las poblaciones vulnerables; estimular la práctica del ejercicio físico desde los años escolares; continuar desestimulando el consumo de bebidas y alimentos perniciosos, señalados por el nuevo etiquetado, al que apoyamos firmemente; incrementar tasas impositivas progresivas a bebidas endulzadas y alimentos ultraprocesados y tabaco, además de limitar su publicidad, restringiendo su acceso a la población infantil altamente vulnerable e influenciable, mediante leyes eficaces para todo ello, que se hagan cumplir, sin ceder en su aplicación a las presiones de intereses meramente mercantiles.
Para las organizaciones médicas firmantes de esta proclama la PREVENCIÓN DE LAS ECV en los diferentes niveles es un asunto toral para el bienestar y la seguridad nacionales. Por ello, participaremos con mejores campañas de detección y de educación continua de nuestros agremiados, para elevar cifras de control de los FRCV. Pero para alcanzar ese fin, es necesaria una efectiva disponibilidad de medicamentos recomendados en los consensos y guías nacionales e internacionales, en cuya realización y su actualización periódica y permanente, hemos participado activamente.