Durante la vejez se sufren diversos padecimientos que se atribuyen al paso del tiempo, tales como la sordera y la demencia, los cuales pueden complicarse aún más cuando se presentan de forma conjunta.
Las personas con problemas de audición tienen un mayor riesgo de sufrir deterioro cognitivo y demencia en comparación con aquellas con audición saludable. Cuando la demencia y la sordera se manifiestan simultáneamente, las dificultades para desenvolverse en su entorno y la incapacidad de interacción social aumentan significativamente.
Los primeros indicios de sordera durante la vejez pueden ser simples, por ejemplo, se pueden hacer evidentes en la incapacidad para escuchar sonidos comunes como una alarma o un timbre.
Esta afección generalmente involucra a ambos oídos y al ser un proceso gradual, muchas personas no se percatan que han perdido parte de su capacidad auditiva. Según un estudio de MED-EL, en México, el 36% de las personas mayores de 55 años nunca se han sometido a una prueba de audición, a pesar de que la probabilidad de padecer hipoacusia aumenta con la edad.
El Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores (INAPAM) informa que aproximadamente 1 de cada 3 adultos entre 65 y 74 años experimenta algún grado de pérdida auditiva, mientras que casi la mitad de las personas mayores de 75 años en México enfrentan dificultades para oír.
Además, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) señala que, debido al aumento en la esperanza de vida, esta condición se vuelve más común con la edad, afectando hasta al 30% de los mayores de 85 años.
“Los adultos mayores que sufren hipoacusia tienden a aislarse y a experimentar depresión, lo que podría reducir la estimulación cerebral. Por ello, las soluciones auditivas como los implantes cocleares o los audífonos son una opción que podría ayudar a los pacientes a mantenerse motivados y a reducir el deterioro cognitivo, al mejorar su capacidad de comunicación”, menciona Dulce María García Jacuinde, Médico audióloga y de soporte clínico en MED-EL México.
Te compartimos algunas consecuencias que podrían causar la demencia y la pérdida auditiva:
- Aislamiento social: La sordera suele dificultar la comunicación, lo que a su vez lleva al aislamiento, esta falta de interacción es un factor de riesgo para el deterioro cognitivo.
- Disminución del estímulo auditivo: La hipoacusia disminuye la cantidad de estímulos auditivos que llegan al cerebro. Menos estímulo implica menor actividad cerebral en las áreas relacionadas con el procesamiento de sonidos y el lenguaje.
- Aumento de la carga cognitiva: Las personas con sordera deben esforzarse más para entender el habla, lo que puede llegar a desviar recursos cognitivos de otras funciones mentales y afectar negativamente la memoria y el razonamiento.
La detección temprana de la pérdida auditiva es crucial en todas las etapas de la vida; en adultos mayores, un diagnóstico oportuno puede mejorar significativamente su calidad de vida al facilitar la comunicación e interacción con otras personas, especialmente cuando existen otras afecciones que los aquejan. Por ello, se recomienda consultar a especialistas que puedan ofrecer las mejores soluciones adaptadas a cada caso.