“A veces la gente te ve diferente por tener manchas en la piel. Al principio me afectaban mucho los comentarios y las actitudes que algunas personas tenían hacia a mí. Me dolía que me trataran mal o me discriminaran por mi apariencia física”, señaló Saraí Maldonado, una joven de 13 años de edad que padece vitiligo.
Situación similar enfrenta la mayoría de los mexicanos que viven con vitiligo, padecimiento que afecta a más de 1 millón de habitantes en nuestro país, quienes sienten discriminación y aislamiento, lo que genera un fuerte impacto en su autoestima, alertaron médicos especialistas de la Fundación Mexicana para la Dermatología (FMD).
A pesar de ser una enfermedad de baja prevalencia, en comparación con otros padecimientos, el vitiligo es un estigma importante que tiene un impacto psicológico y psicosocial en quienes lo padecen, expuso la doctora Rossana Llergo, presidenta de la FMD.
Esta enfermedad afecta al 2% de la población a nivel mundial; es decir, más de 150 millones de personas, mientras que en México se ubica entre el tercero y quinto lugar de todas las dermatosis, lo que representa entre el 2 y 4% de los pacientes dermatológicos.
Ocurre cuando las células productoras de pigmentos (melanocitos) dejan de funcionar. La pérdida de color en la piel puede suceder en cualquier parte del cuerpo incluso la boca, cabello y ojos. Agregó que la causa de su aparición es multifactorial pues están involucrados factores genéticos, autoinmunes y mecanismos neurogénicos.
En cuanto al impacto psicológico, la doctora Llergo Valdez comentó que la mayoría de los pacientes comienzan con los brotes antes de los 20 años de edad, lo cual genera discriminación, soledad, aislamiento, baja autoestima y dificultad para relacionarse.
Saraí fue diagnosticada a los 11 años de edad. Desde entonces comenzó su travesía para encontrar al médico especialista y el diagnóstico y tratamiento adecuado. La despigmentación, que ella refiere como “manchas blancas”, comenzó debajo de la nariz, en los pies y las piernas para posteriormente extenderse a manos, labios y párpados.
“Fui con un médico general y él me envió con un dermatólogo, desde el inicio supieron que era vitiligo, pero no fue sino hasta que comencé tratamiento con mi tercer dermatólogo cuando empecé a ver resultados positivos en mi piel, pues ya no se despigmentaba y las manchas blancas empezaron a tener un tono color rosa”, explicó Saraí.
Sobre el tratamiento para el vitiligo, la doctora Llergo comentó que a pesar de que esta enfermedad no tiene cura, hoy en día puede controlarse con la aplicación de terapias tópicas, sistémicas y fototerapia.
Sin embargo, “uno de los retos más importantes es lograr un apego correcto al tratamiento porque la mayoría de las veces el paciente se desespera porque no ve resultados inmediatos. Incluso abandonan el tratamiento, lo cual puede resultar contraproducente, ante lo cual es fundamental que tengan paciencia y se apeguen a las indicaciones de su médico”.
Saraí mandó un mensaje a la población pidiendo solidaridad y empatía con las personas que tienen vitiligo, pues aclaró que no es una enfermedad contagiosa y no deben ser rechazados o aislados. Asimismo, agradeció el apoyo que ha recibido de amigos y familiares pues es su amor y cariño lo que la hace seguir adelante.
“A las personas que viven con vitiligo les digo que sí podemos salir adelante, no se queden estancados, no se rindan, busquen ayuda para que puedan curar sus manchas y a los que no tienen esta enfermedad les pido sean más empáticos con nosotros, infórmense y no nos discriminen”, finalizó Saraí.