“De acuerdo con un artículo de la Revista Annals of Intensive Care publicado en septiembre de este año, el 28% de los pacientes hospitalizados por SARS-CoV-2 en cuidados intensivos, tuvieron una coinfección bacteriana que complicó aún más la evolución del paciente”, señala la Doctora Norma Hernández, infectóloga.
Cuando un paciente con enfermedad moderada a severa de COVID-19, ingresa al hospital, descartar si ese paciente tiene una coinfección con otro virus o una bacteria de manera temprana, marca una gran diferencia en su evolución; sobre todo si requiere recibir atención en terapia intensiva, indicó.
La doctora señala que las co-infecciones pueden darse de manera temprana, desde el inicio de la enfermedad, mientras que las sobre-infecciones se dan cuando el paciente ha estado hospitalizado y requirió, por ejemplo, apoyo con intubación y ventilación mecánica; en general son causadas por bacterias resistentes a muchos de los antibióticos que existen en la actualidad.
Ambas pueden agravar el estado del paciente que ha sido internado con SARS-CoV-2; y pueden ser causadas por otros virus, bacterias u hongos y su identificación se complica por diversos factores; entre ellos la falta de herramientas diagnósticas que faciliten, desde el momento del ingreso, la posibilidad de saber si el paciente tiene una co-infección.
La especialista en infectología indica que debido a la similitud de los síntomas de las enfermedades respiratorias, es muy difícil distinguir entre ellas, sobre todo de aquellas que aparecen en época de frío como influenza, otros coronavirus o bacterias que producen neumonía como Neumococo.
La emergencia sanitaria global por el nuevo coronavirus requiere una gran cantidad de instrumentos de detección que cumplan con el presupuesto, rendimiento y demanda de pacientes con síndrome respiratorio.
Los clínicos deben tener un alto índice de sospecha de coinfección entre los pacientes con COVID-19, y de igual manera no pueden excluir otras coinfecciones solo porque el paciente tuvo una prueba positiva para SARS-CoV-2, sobre todo en los pacientes que requieren ingreso en la Unidad de Cuidados Intensivos.
“Saber a qué enemigo nos enfrentamos aumenta las posibilidades de estabilizar al paciente, asegura la implementación del tratamiento adecuado, reduce la permanencia en terapia intensiva y disminuye la estancia en hospitalización. Es de vital importancia realizar un diagnóstico certero, pero sobre todo en un tiempo que pueda ayudar a los médicos a actuar rápidamente para combatir la enfermedad principal y la infección alterna”, concluyó.