Por Martha Oliva Hernández
El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad es uno de los trastornos más estudiados en la población infantil; sin embargo, existen muchos mitos que impiden su correcta atención.
Las personas con TDAH muestran un patrón persistente de falta de atención o hiperactividad/impulsividad que interfiere con su funcionamiento o su desarrollo. Este trastorno tiene una prevalencia del 5.2% en la población mundial y afecta las áreas conductuales y cognitivas de los pacientes, que pueden derivar en problemas por abuso de sustancias, accidentes y violencia intrafamiliar.
“A partir de 2007, el Dr. Eduardo Barragán, líder del Congreso Latinoamericano de TDAH definió el concepto de Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad como una condición neurobiológica en donde intervienen sustancias cerebrales, transmisores que ayuda a una conectividad neuronal, específicamente la dopamina y la noradrenalina”, señaló el Dr. Juan Carlos García Beristain, médico cirujano con especialidad en pediatría y subespecialidad en neurología pediátrica.
“Este trastorno bioquímico se presenta durante el desarrollo cerebral que va desde el nacimiento hasta los 21 años, periodo en el que terminan algunos procesos que se definen como minimización y donde se realiza la liberación de sustancias que ocasionan una serie de manifestaciones clínicas que afectan las áreas cognitivas y conductuales y puede tener varias manifestaciones que van cambiando dependiendo de la etapa de la vida en la que se manifiestan”.
Los números del TDAH
Aproximadamente del 10 al 15% de la población infantil en edad escolar, es decir, de los seis a los 12 años, pueden presentar déficit de atención con hiperactividad, del 50 y el 80% de los sujetos van a continuar hacia la adolescencia y la adultez con el mismo diagnóstico, por lo cual también hay una falsa creencia que el TDAH remite con la edad o que se cura de manera espontánea, pero hoy se sabe que no es así.
Estudios longitudinales en pacientes jóvenes demuestran que el padecimiento presenta diferentes señales durante el crecimiento, los fenómenos de hiperactividad cambian, pero la distracción persiste. Por lo que es importante una atención temprana para mejorar la calidad de vida del sujeto.
El diagnóstico es 100% clínico
El diagnóstico es totalmente clínico y tiene que venir de expertos como los neurólogos pediatras, paidopsiquiatras, con apoyo de los psicólogos, psicopedagogos, maestros, de los padres y de toda la familia quienes pueden aportar elementos clínicos que ayudan a establecer el diagnóstico.
Aún no se han establecido biomarcadores para el diagnóstico como estudios de sangre, del líquido cefalorraquídeo, electroencefalogramas o resonancia magnéticas, comentó el especialista.
En ocasiones se realiza un electroencefalograma para establecer comorbilidades asociadas al déficit de atención en pacientes con factores de riesgo neurológico presente al nacimiento o tienen historia de crisis epilépticas.
El Catálogo de Enfermedades Psiquiátricas establece varios criterios para diagnosticar el TDHA: existe un patrón persistente de inatención, impulsividad, y/o hiperactividad que interfiere en el desarrollo y funcionamiento en la vida diaria del paciente y puede influir en la parte académica, laboral o familiar.
El Manual diagnóstico y estadístico (DSM-5 señala que aunque se llama TDAH en adultos, los síntomas comienzan en la primera infancia (12 años) y continúan en la adultez. En algunos casos, el TDAH no se reconoce ni se diagnostica hasta que la persona es un adulto; sin embargo, es necesario intervenir sin importar la edad.
Los adultos con TDAH pueden tener dificultades para concentrarse y establecer prioridades, lo que suele ocasionar que no cumplan con fechas límite y se olviden de reuniones o eventos sociales. La incapacidad para controlar los impulsos puede oscilar entre tener impaciencia al esperar en una fila o al conducir con mucho tránsito, y tener cambios de humor y arrebatos de ira.
Los síntomas característicos son:
La inatención se define como problemas en el esfuerzo mental sostenido, es decir la concentración suficiente durante el tiempo suficiente para poder terminar las tareas que se establezcan, dependiendo de la edad del niño en cada uno de los niveles educativos.
Es decir, dificultad para tener la atención en tareas, seguir instrucciones, las actividades, niños que están en constante distracción, no terminan las tareas, pierde los útiles o bien en la adultez, pierden los instrumentos para realizar su trabajo. Parce que no escuchan, son desorganizados.
Hiperactividad que se manifiesta cuando el menor corre, brinca, se levanta varias veces de su asiento en el salón de clases; habla en exceso, lo que conocemos como verborrea.
Impulsividad, el niño comenta sin pensar, no espera su turno o precipita su respuesta, se entromete en cosas que no son de su incumbencia.
Es frecuente que tengan accidentes vehiculares, son proclives a cometer actos de violencia, tienen problemas con la autoridad, embarazos no deseados, cometen suicidio, presentan muerte prematura por falta de control, tienen factores adictivos, uso y abuso de sustancias.
También se puede hablar de ansiedad, depresión, trastorno explosivo intermitente (berrinches largos, arrebatos, agresión y amenazas), trastorno negativista desafiante (ocurre en escolares caracterizada por una conducta desafiante, irritabilidad y venganza).
La ansiedad y depresión se puede caracterizar por problemas de sueño, preocupación excesiva, llanto fácil, irritabilidad constante, fobias sociales, fobias de separación, fobia escolar, cansancio, así como uso y abuso de sustancias.
Los grandes mitos
El Dr. Eduardo Barragán Pérez, profesor titular del curso universitario de neurología pediátrica en la Universidad Nacional Autónoma de México, presidente de la Asociación de Médicos del Hospital Infantil “Federico Gómez”, indicó que existen diversos mitos del TDHA, entre ellos que es provocado; sin embargo, se sabe que es un trastorno neurobiológico.
Apuntó que este trastorno afecta a dos de los circuitos más importantes para la regulación que ocasiona tres síntomas: la atención, la hiperactividad y la impulsividad. Hasta el 70% va a persistir con algo que se llama TDHA residual con fenómenos o síntomas en el adulto; por ello, es importante recibir tratamiento.
Indicó que no hay una dieta especial, no existe una suplementación, solamente hay evidencia que los ácidos grasos Omegas 3 pueden ayudar. Asimismo, aseguró que es importante derribar los mitos generados en torno a la administración de medicamento a menores con déficit de atención, ya que está comprobado que no se destruyen neuronas ni se merman. Sin embargo, las consecuencias de no tratar a niños con este trastorno son muy importantes, por ello es importante que los padres permitan mejorar las habilidades de los niños.
Otro de los mitos es que la medicina como el metilfenidato produce adicción; sin embargo, se ha demostrado que no es así. Estudios de corto y largo plazo demuestran su seguridad, incluso se puede administrar en pacientes con epilepsia, señala el especialista.
Se trata con un tratamiento multimodal que logra una compensación de la conectividad cerebral. El metilfenidato de acción corta es la estrategia más usada, con un espectro de seguridad muy importante.
Finalmente, el Dr. Julio Morfin, gerente médico de Ifa Celtics, resaltó que uno de los grandes retos del Día Internacional del TDAH radica en los médicos generales y pediatras para referir oportunamente a los pequeños con los especialistas.
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