Aunque muchos hablan de lo inconveniente que puede ser el pelo de las mascotas para personas con asma, estudios recientes señalan que las familias con un perrito –o varios- , tienen menos posibilidades de que algún miembro desarrolle dicha enfermedad.
La clave está en la diversidad del microbioma en el hogar, un conjunto de microorganismos que interactúa tanto con los habitantes humanos y animales.
La abundancia de ciertos agentes patógenos del ser humano que se asocian con un mayor riesgo a desarrollar asma. Sin embargo, la interacción con la presencia de microorganismos “caninos” en un mismo entorno, puede llegar a compensar el número de dichos gérmenes.
En el estudio publicado en Scientific Reports este año, se analizó el polvo en las casas de familias finlandesas y alemanas, algunas con mascotas caninas y otras sin ellas.
Así, identificaron que en absolutamente todas las casas que tenían perros, existía una superabundancia de ciertas bacterias que propició una mayor diversidad del microbioma en los hogares.
¿Cómo ocurre esto? además de mucho amor y otros cuidados, una de las necesidades que tienen los perros es salir a dar uno o dos paseos al día, dichas salidas provocan que adquieran en sus patitas tierra, polvo y/o bacterias del exterior, lo cual lejos de perjudicar a las personas, representa beneficios para cada uno de los integrantes del hogar; pues los microorganismos que llegan por esta vía, modifican el microbioma presente en el polvo y llegan a proteger contra el asma. A esto se le conoce como “efecto canino”.
Esta superabundancia de bacterias también está asociada a la reducción de los microbios asociados al ser humano, es decir, los microorganismos “caninos” luchan contra aquellos que tienen las personas, para ganar un lugar en el entorno donde se encuentran, en este caso, en el hogar.
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