1. Pertenece a un grupo de enfermedades conocidas como “raras” o “de baja prevalencia”, dado que no supera las 5 personas por cada 10,000 habitantes.
2. Es un cáncer poco común de la médula ósea que provoca una alteración en la producción de células sanguíneas, por lo que es catalogada como un cáncer hematológico (cáncer en la sangre).
3. Surge cuando una célula madre de la sangre contiene una mutación genética que altera la producción de las células sanguíneas.
4. Forma parte de las “neoplasias mieloproliferativas”, que son enfermedades en la médula ósea que producen una cantidad excesiva de células sanguíneas. Entre las neoplasias mieloproliferativas también se encuentra la trombocitemia esencial y la policitemia vera.
5. Fue analizada y descrita por primera vez en 1879, por Gustav Heuck, un cirujano alemán. En América Latina afecta potencialmente a 11,800 personas cada año. La edad promedio en que la mielofibrosis es diagnosticada es entre 50 y 80 años.
6. El principal criterio para diagnosticar mielofibrosis es el estudio de la médula ósea, el cual es realizado a través de una biopsia. Para hacer esta biopsia se toma una pequeña muestra de tejido óseo de un centímetro para enviar a un laboratorio de hematopatología, y a través de ella se identifica el grado de fibrosis al interior de la médula ósea.
7. Existen 2 tipos de mielofibrosis: la primaria, que es, cuando se desarrolla la enfermedad de manera independiente por la mutación de un gen sanguíneo y la secundaria, que es consecuencia de la progresión de otros trastornos sanguíneos, como policitemia vera y trombocitemia esencial.
8. La mielofibrosis presenta más de 15 síntomas, siendo los de mayor incidencia: fatiga, pérdida de peso, crecimiento del bazo, sudoración nocturna y fiebre baja.
9. El personal médico especialista señalará si la mielofibrosis debe ser tratada con fármacos, radioterapia, terapias dirigidas, esplenectomía, trasplante de células madre; o el tratamiento que considere aportará mayor beneficio al paciente.
10. El pronóstico de la enfermedad varía entre cada paciente y los factores de riesgo que se presenten; la mediana de supervivencia ronda entre los 3.5 a 5.5 años.