Las muertes relacionadas con patógenos resistentes a fármacos, supera las 700 mil cada año, principalmente con enfermedades que afectan a los pulmones, intestinos, hígado e incluso piel, de acuerdo con información de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y se estima que a partir de 2050 se superen los 10 millones de decesos anuales por ese motivo.
Esa situación se ha visto agravada con la escasez de innovación en la materia, ya que desde hace más de 30 años no se ha producido un nuevo antibiótico. De hecho, en febrero de 2017 la OMS publicó su primera lista de “patógenos prioritarios” resistentes a los antibióticos, en la que se incluyen a las conocidas con el acrónimo ESKAPE (Enterococcus faecium, Staphylococcus aureus, Klebsiella pneumoniae, Acinetobacter baumannii, Pseudomonas aeruginosa y Enterobacter spp).
El listado era un llamado para promover la investigación y desarrollo en torno a la Crisis de Resistencia Antimicrobiana. Ante ello, un grupo de investigación interinstitucional, donde participan instituciones de México y España, entre las cuales está el Cinvestav Unidad Monterrey, propone afectar la proliferación bacteriana mediante agentes elastoactivos que modifican la rigidez de la membrana celular.
La investigación, publicada recientemente en la revista Scientific Reports, parte de una premisa desarrollada por Carlos Ruiz Suárez, adscrito al Cinvestav Unidad Monterrey, y sus colegas, al buscar detener la división de las bacterias a partir de la modificación de sus membranas celulares.
El investigador del Cinvestav sostuvo que, por medio de las sustancias elastoactivas, es posible generar rigidez en la membrana celular de las bacterias con la intención de evitar su división; o bien, ablandar la membrana a tal grado que las proteínas involucradas en la división celular no puedan realizar su trabajo adecuadamente, y con ello detener el proceso de la infección.
“Las bacterias se replican continuamente y la forma en que lo hacen es por medio de proteínas que pinchan su membrana para que esta se divida. La propuesta se trata de introducir moléculas que rigidicen la membrana celular de las bacterias y ya no pueda dividirse, o la ablande a fin de que las proteínas no puedan pincharla y producir la división”, explicó Ruiz Suárez.
El investigador mencionó que los agentes elastoactivos que mostraron eficacia para los fines buscados fue un alcohol de cadena corta (pentanol) y otro de cadena larga (dodecanol hidroclorado o dodecilamina), esta última es larga como un lípido (pues tiene 12 carbones) y da un orden molecular a la membrana, provocando su rigidez.
De manera particular, el estudio se realizó in vitro con muestras de la bacteria Escherichia coli (de la familia de las enterobacterias), además de in silico; es decir, con modelos computacionales, donde los investigadores pudieron comprobar los resultados, por lo que ahora esperan replicar este método en alguna de las otras bacterias ESKAPE e incorporar otras moléculas para su análisis.
Ruiz Suárez comentó que la idea de atacar a las bacterias en su elasticidad de la membrana celular surgió hace años en una reunión con algunos de los autores del reporte, por lo que decidieron trabajar en ella con sus estudiantes de posgrado (dos de ellos del Cinvestav Monterrey), con quienes pudo comprobar la inhabilidad de la bacteria para dividirse al modificar la membrana.
Los autores explican que la resistencia bacteriana a los antibióticos actuales es consecuencia inevitable de la presión evolutiva producida por el uso generalizado de esos fármacos, ya que, como todo ser vivo, las bacterias se adaptan y se hacen inmunes, por lo que espera que los resultados obtenidos en la investigación abran una puerta para nuevos estudios orientados a contener la crisis de salud mundial que se avecina.
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