La grasa en los mamíferos marinos (conformada principalmente por lípidos) representa hasta 50% de su masa corporal, la cual tiene diferentes funciones en estos organismos; sirve como reserva de energía, participa en la regulación de la temperatura y les permite flotar en al agua. Para la comunidad científica ese tejido también tiene otra utilidad, ya que su estudio permite conocer los niveles de contaminación en los ecosistemas marinos.
Reyna Collí Dulá, investigadora del programa Cátedras Conacyt adscrita al Cinvestav Mérida, encabezó un estudio para determinar la presencia de metales (elementos traza) en la grasa de delfines tursiones (Tursiops truncatus) de la costa de Yucatán e identificar si están relacionados con los niveles de lípidos en estos organismos, a los que se considera una especie relevante en el monitoreo de la salud de las zonas costeras y de los ecosistemas acuáticos.
“Aunque los lípidos, moléculas implicadas en múltiples procesos fisiológicos como el metabolismo, resultan afectados tras interactuar con los contaminantes presentes en el ambiente, entre ellos los metales, los trabajos científicos que contemplan estos efectos en los mamíferos marinos de Yucatán son escasos”, señaló Collí Dulá.
La investigación consistió en colectar muestras de grasa (de la aleta dorsal y la región lateral) de 22 delfines, incluidos adultos, jóvenes y crías, que vararon en la zona costera de Yucatán entre 2016 y 2019.
Se eligió a esta especie de delfín porque se encuentra en el último nivel de la cadena alimentaria y puede almacenar diversos contaminantes en su capa de grasa; entonces, estudiarla brinda información acerca del grado de contaminación al cual está expuesta y también los organismos que consume.
Los delfines tursiones se alimentan de especies con valor comercial para la pesca local, como el pargo, el mero y el pulpo rojo, en algunas de las cuales se han encontrado metales: cromo, cobre, manganeso, plomo, rubidio y estroncio. Además, es un organismo que vive más de 40 años y tiene fidelidad al sitio, esto permite analizar la acumulación de contaminantes temporal y espacialmente.
“Los delfines adquieren los contaminantes a través de las especies marinas que consumen y de las cuales las personas también se alimentan, por lo tanto, analizar la relación entre los metales y sus niveles de lípidos puede aportar información de las posibles afectaciones a la salud humana y de otros organismos”, destacó Ixchel Ruiz Hernández, estudiante de doctorado en Cinvestav Mérida.
En el trabajo, que formó parte de la tesis de Ruiz Hernández, primera autora del artículo, se reportan nueve metales en las muestras de grasa de delfines, entre ellos cadmio y arsénico, que son tóxicos; así como altas concentraciones de zinc y cromo.
Además, fueron identificados 316 lípidos y se procedió a correlacionar su concentración con diversos parámetros: niveles de metales, edad, longitud, entre otros. Lo anterior con el fin de evaluar la existencia de contaminantes en la costa norte de la península de Yucatán en esta especie de delfín y su asociación con las variables mencionadas.
El cadmio, un metal tóxico aun en mínimas cantidades y sin ninguna función biológica, fue detectado en 68% de los ejemplares de tursiones evaluados, mismos que presentaron menor concentración de ceramidas, lípidos involucrados en la muerte celular, la proliferación celular y los procesos inflamatorios.
Mientras que, en los organismos con altas concentraciones de arsénico, otro elemento no esencial, se encontraron bajos niveles de fosfatidilcolina y fosfatidilglicerol, lo cual puede llevar a cambios en sus reservas de energía.
Otro de los datos, publicados en la revista Chemosphere, muestra que, en los delfines de mayor tamaño y edad, la concentración de cadmio, arsénico, cobalto y cromo fue más elevada; es decir, estos organismos han estado almacenando dichos metales.
En conjunto, los resultados indican que la acumulación de metales tóxicos, como cadmio y arsénico, podrían afectar la salud del delfín tursión al provocar la disminución de ciertos lípidos, pero también la de otros organismos, porque estos contaminantes se pueden adquirir, principalmente, a través del consumo de especies marinas locales, explicó Ruiz Hernández.
Collí Dulá y Ruiz Hernández coincidieron en que este tipo de investigaciones son relevantes para establecer la línea base de los contaminantes presentes en la costa norte de Yucatán, provenientes de diversas actividades humanas como son el inadecuado manejo de residuos, la descarga de aguas residuales, el uso de plaguicidas o la quema de combustibles fósiles y emprender medidas de protección al ambiente.
Además de la participación de Cinvestav Mérida, también colaboraron investigadoras e investigadores de las universidades Autónoma de Yucatán y de Florida, ubicada en Estados Unidos.
Fotos: Cortesía