Con el propósito de aportar opciones de alimentación sustentable para las familias de México, las investigadoras Lina García y Fabiola Curiel, de la Universidad del Valle de México Campus Querétaro, desarrollaron un método de crianza y estudio de chapulines (Sphenarium purpurascens) para utilizarlos como fuente de proteína complementaria en alimentos de amplio consumo (panificados y/o nixtamalizados), los cuales adicionados con harina de chapulín obtengan un alto contenido proteico.
La investigación compitió en la primera edición los Premios Alsea 2022, en donde recibió una de las 10 menciones honoríficas entregadas entre 69 proyectos de académicos de México y de otros países, tales como, Argentina, Colombia, Chile, España.
Los Premios Alsea son impulsados por Fundación Alsea con apoyo de World Vision México, cuyo propósito es promover proyectos de investigación innovadores, originales o en proceso, en materia de nutrición y/o alimentación en línea con los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
El proyecto de las investigadoras consiste en el desarrollo de un método de la crianza de chapulines en espacios confinados similares a los disponibles en una casa habitación, considerando condiciones controladas y sustentables, factores de temperatura, humedad, luz y espacio.
Establecer una metodología para obtener harina de chapulín con un alto valor nutricional, inocua y de fácil manejo para adicionarla como suplemento alimenticio y fácil de almacenar para utilizarlo en cualquier temporada del año.
Una vez que se obtenga el producto final, se proyecta establecer una sólida vinculación entre los grupos de investigación y las comunidades rurales de la región para lograr la transferencia del conocimiento de la crianza y elaboración de harina de chapulín.
“Con este proceso se pretende generar una economía circular, ya que con los mismos desechos orgánicos caseros se puedan mantener los chapulines”, explicó la Dra. Lina García.
Las investigadoras detallaron que para obtener un kilo de chapulín se requerirá tan solo dos kilos de alimento, mientras que, para cada kilo de carne de res se requieren 12 kilos. Por otro lado, el cultivo de insectos no requiere de grandes espacios físicos, zonas de pastizales, grandes cantidades de agua, por ejemplo, por cada gramo de proteína obtenida de carne de pollo se requieren invertir 19.68 litros de agua, mientras que, para obtener esa misma cantidad desde el cultivo de chapulines, se requiere tan solo de 3.02 litros.
Por lo tanto, la producción de gases de efecto invernadero y amoniaco que se desprenden en el cultivo de insectos es menor que los producidos en la crianza de ganado, cerdo y pollo, haciéndolo así, mucho más sustentable
La Dra. Fabiola Curiel recordó que, en México, sobre todo en la región de Oaxaca se consume el chapulín como alimento típico de la región y como atractivo turístico, este es recolectado, sacrificado, secado y preparado con sazonadores como ajo, chile, limón en polvo y sal. Su comercialización se realiza en mercados locales, sin embargo, no se cuenta con el adecuado almacenamiento y tratamiento de producto para mantener su calidad por largos periodos de tiempo y las condiciones de inocuidad no son las óptimas.
La Dra. Lina García indicó que desde hace cuatro años han estudiado las propiedades nutricionales del chapulín y su posible uso como alimento de alto valor nutricional y sustentable.
En su investigación Estudio fisicoquímico de masa de maíz y tortillas fortificadas con harina de chapulín, -publicado en la revista oficial de la Sociedad Mexicana de Nutrición y Tecnología de Alimentos CyTA-, comprobaron que la harina de chapulín podría utilizarse para enriquecer alimentos como la harina de maíz nixtamalizado para la producción de tortillas u otros alimentos, ya que potencia su aporte nutricional, incrementa el contenido de proteínas, aporta minerales esenciales, actúa como fibra, contine proteínas solubles, entre otros.
En el trabajo de investigación también colaboraron la Dra. Ana Angélica Feregrino Pérez, de la Universidad Autónoma de Querétaro y el Dr. Mario Enrique Rodríguez García de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Este proyecto es parte de la amplia oferta de investigación que tiene la Universidad del Valle de México orientada principalmente a las áreas de salud e ingeniería, y las académicas son forman parte del equipo de investigadores nacionales de esta casa de estudios distinguidos por el Conacyt.